

Eduardo Caicedo, percusión
Viernes 21 de abril, 7:00 p.m.
Auditorio Fabio Lozano
Universidad Jorge Tadeo Lozano
Bogotá
PULEP: NTX964
ORGANIZAN

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PROYECTO AVALADO

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Sonidos & Sentidos es un proyecto que cuenta con el apoyo del Programa Nacional de Estímulos del Ministerio de Cultura


Sonidos & Sentidos presenta al público una temporada de nueve conciertos de música de cámara que resalta el trabajo de artistas locales de importante trayectoria, quienes interpretarán un repertorio variado que abarca desde obras de la tradición clásica occidental hasta creaciones actuales colombianas y latinoamericanas. De esta manera, el público podrá acercarse tanto a obras musicales que hoy son patrimonio de la humanidad como a obras de compositores que recogen y retratan en sus composiciones la idiosincrasia y particularidades de Colombia y Latinoamérica.
Esta serie de conciertos reúne a algunos de los más destacados talentos musicales del país —artistas con producciones discográficas, que han representado al país en festivales y salas de concierto nacionales e internacionales, profesores de las más importantes universidades del país, e integrantes de orquestas y ensambles profesionales. Sonidos y Sentidos es un espacio para el encuentro entre artistas y público y un espacio para descubrir y celebrar el talento y la calidad de los artistas residentes en Colombia.
La serie incluye obras de diferentes compositores, cuyos lenguajes, estilos y mensajes varían y brindan al público una amplia gama sonora que permite dar una mirada tanto a la historia de la música como a la manera como los creadores actuales expresan sus sentimientos, inquietudes y curiosidades estéticas por medio de piezas sonoras. En la temporada 2023, Sonidos & Sentidos celebra los 150 años de nacimiento del compositor Sergéi Rachmáninov y presenta, además, una nueva obra del compositor colombiano James Díaz, escrita por encargo de la serie, que tendrá su estreno mundial en el último concierto de la temporada.
Sonidos & Sentidos es una serie concebida por Sandra Meluk y Mauricio Peña en asocio para su primera versión en Bogotá con el Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Este proyecto es el primer paso de un proceso de construcción a largo plazo de una temporada anual a la que todos —público, artistas, organizadores y la sociedad en general— podrán vincularse para fortalecer el desarrollo y el disfrute de la música de cámara en Colombia. ¡Bienvenidos!
PROGRAMA
Gabriela Ortiz (n. 1964)
El trompo
Bruce Hamilton (n. 1966)
Interzones
intermedioin
Robert Honstein (n. 1980)
An Economy of Means
I. Filigree
II. Chorale
III. Fast Notes, Long Tones
IV. Cross Fit
V. Broken Chords
VI. Bow Lines
Eduardo Caicedo

El percusionista colombiano Eduardo Caicedo se caracteriza por su versatilidad, curiosidad musical, y capacidad colaborativa. Ha actuado como solista, como integrante y como músico invitado con diferentes ensambles en importantes festivales y en diferentes temporadas de conciertos en varios países. Caicedo es codirector, cofundador e intérprete del Ensamble Als Eco, fundador, director e intérprete del ensamble de percusión Octopus y miembro del Ensamble CG. Trabaja como percusionista en los espectáculos de Misi Producciones. Ha sido, además, ganador de varios concursos y convocatorias. Eduardo es maestro en música, percusionista, graduado con mención de honor de la Pontificia Universidad Javeriana en el año 2004. Actualmente, además de su labor como intérprete, es profesor de percusión, de stomp (percusión corporal y no convencional) y de música de cámara en la Pontificia Universidad Javeriana. Desde 2014 es el jefe de percusión de la Orquesta Nueva Filarmonía.
Notas al programa



La fascinación por el timbre
Por Jaime Cortés Polanía
La reconfiguración de los múltiples entramados musicales de inicios del siglo XX no solo derivó en los asaltos contestatarios a la tonalidad, sino también en la fascinación por los nuevos timbres. Bajo el zigzagueante ejercicio del ensayo-error, los músicos trabajaron de la mano con los fabricantes de instrumentos. Como nunca antes, entraron en una nueva constelación de experiencias marcada por el impacto expansivo de los nacientes medios masivos de difusión y por el desarrollo técnico de la manipulación sonora. De ese contagio no solo se beneficiaron los adeptos a las vanguardias, sino también a la música popular. Entre éstos últimos, merecen todo un capítulo los percusionistas estadounidenses que en los años 1900 alimentaron los espectáculos de vaudeville y que en “los locos años 1920” permearon al jazz con lo que hoy conocemos genéricamente como “vibráfono”.
Los primeros experimentos derivaron en varios modelos y denominaciones: “metal-marimba”, “vibrapharp”, “Jen-Co Electric Vibra-Bells”, “vibes” y “vibraceleste”. Más allá de las diferencias, lo que caló en el espectro auditivo del público fue un nuevo timbre, para algunos “espeluznante” y a la vez “relajado”. Frente a los sonidos “terrosos” producidos por las láminas de madera de las marimbas, los vibráfonos trajeron consigo los sonidos “plateados” de las láminas de metal, el efecto de vibrato de la voz humana logrado mediante un sistema de discos dispuestos en la parte superior de los resonadores y cuyo giro constante se activa por un motor, y la prolongación sonora producida por el accionar de un pedal encargado de levantar los fieltros sobre las láminas para que éstas continúen vibrando, es decir, semejante a los principios del mecanismo de apagadores en un piano. A la luz de una metáfora visual, podría decirse que al escuchar un vibráfono proyectamos un detallado dibujo imaginario de cada una de las curvas de las ondas sinusoidales.
No tardaron las anécdotas y los testimonios de los pioneros. En 1924, Louis Frank Chiha (Signor Friscoe) grabó Gypsy Love Song y Aloha ´oe´. En 1930, Lionel Hampton junto a la célebre Louis Armstrong and his Sebastian New Cotton Club Orchestra, comenzó su itinerario a la fama gracias al registro de Memories of You. Entretanto, los compositores académicos sacaron provecho del nuevo instrumento. En 1932, Darius Milhaud incluyó al vibráfono en la música incidental para el drama L´annonce faite à Marie. Aunque la lista prosigue con William Walton, K. A. Hartmann, Ralph Vaughan Williams, Pierre Boulez y otros más, las Tres piezas para vibráfono, Op. 27 de James Beale constituyen el primer grupo de piezas escritas para vibráfono solista - ciertamente un buen inicio de un repertorio altamente especializado que, para perplejidad de legos y no tan legos, algunos calculan con unas 700 obras. Aún así, son pocas, poquísimas las oportunidades que hoy tenemos para escuchar una pequeña muestra de tal riqueza en el ámbito del concierto público y la música en vivo.
El trompo e Interzones
En esta ocasión, el despliegue de recursos, procedimientos, referencias y licencias cautiva en sí mismo. El programa comienza con dos obras para vibráfono y cinta o pista pre-grabada: El trompo de la compositora mexicana Gabriela Ortiz (n. 1964) e Interzones del compositor estadounidense Bruce Hamilton (n. 1966). No por casualidad son dos obras de los años 1990, momento en el que ya había transcurrido una acelerada década en el desarrollo tecnológico y la masificación de dispositivos computacionales con los correspondientes programas para su uso en la captura, conservación, manipulación y difusión del sonido.
Ortiz se ha caracterizado por ser una compositora tan versátil como bien anclada en tradiciones aparentemente divergentes. Bajo las preguntas inquebrantables sobre la identidad, muy a menudo su música se recibe como la búsqueda de gestos “latinoamericanos”. No son otra cosa que ecos de experiencias tempranas al lado de su padre, un integrante y co-fundador del famoso grupo Los Folcloristas, desde 1966 dedicado a rescates y reelaboraciones de prácticas mexicanas de tradición oral. De manera simultánea, Ortiz cumplió el tránsito de una compositora profesional: navegó por los rigores formalizados del Conservatorio Nacional de Música de México (con Mario Lavista), la Universidad Nacional Autónoma de México (con Federico Ibarra), la Guildhall School of Music and Drama (con Robert Saxton) y culminó su doctorado en composición de música electroacústica en la City University of London (con Simon Emerson).
En medio de una heterogeneidad de escenarios, y más allá de sellos culturales estrechos, las obras de Ortiz encapsulan síntesis inusitadas. Según palabras consignadas en su página web oficial, son composiciones “entretenidas e inmediatas”, pero también “profundas y sofisticadas”. En ellas “logra un equilibrio entre la estructura bien organizada y la espontaneidad de la improvisación”. Buena parte de todo ello ha quedado materializado en El trompo. Escrita para vibráfono y cinta, superpone con nitidez las intervenciones y roles del vibráfono sobre una grabación plagada de densidad sonora. En una suerte de contrapunto cuidadosamente planeado, la obra desafía nuestro espectro auditivo con una amplia gama de colores e intensidades. El modelado de ritmos (a veces con tintes latinoamericanos) a cargo al vibráfono se teje ya sea en tensión, dislocación o sincronía con el sentido atmosférico de la grabación. Paso a paso, la urdimbre armónico-melódico-rítmica nos conduce a reminiscencias que pueden ir desde auras misteriosas hasta lo terrígena mexicano y la lejanía de un gamelán javanés, pasando por los procedimientos de la exploración electrónica en las vanguardias. Para el oyente atento, son poco más de nueve minutos sumergidos en exigente y frenética concentración.
Aunque Bruce Hamilton recurre a la misma conjunción de vibráfono y grabación en Interzones, el resultado es totalmente distinto. Una vez más se advierte el medio cultural que una obra carga tras de sí: la composición académica inspirada en “la nueva música” de los años sesenta y setenta, y el jazz. Interzones salió a luz en el contexto del Center for Electronic and Computer Music de la Universidad de Indiana, el ámbito en donde el compositor realizó todo su ciclo formativo, desde nivel de pregrado hasta doctorado. En la elaboración y preparación de la grabación para Interzones, Hamilton empleó programas como Sound Hack, Sound Designer y Digital Performer que, entre tantos otros, abrieron una ventana de posibilidades antes inconcebibles en el procesamiento sonoro.
Aunque todavía dependientes de la grabación electromagnética, el mundo digital había trazado la inauguración de una nueva era. Además de grabar y transformar los sonidos de guitarra, saxofón, caja y vibráfono, Hamilton echó mano de la biblioteca sonora a su disposición en el Center for Electronic and Computer Music. De esta manera, el componente virtuoso de Interzones no solo está dado por el abordaje del instrumento, sino por la elección y manipulación cuidadosa de los elementos pre-grabados. Ambas vetas se articulan a través de un aspecto formal de gran peso: una especie de variaciones, aunque el mismo Hamilton prefiere entenderlas como distintas “escenas” o “zonas musicales” para las que, por demás, imaginó escenas surrealistas. En una metáfora sugerente de lo que estaba sucediendo a finales del siglo pasado, esas “zonas musicales” marcan momentos de tensión, encuentro, incertidumbre y asombro encarnados en la emisión sonora tradicional y en aquello que solo se hace vida a través del artificio tecnológico. Según suele suceder en estos casos, la obra fue pensada para el lucimiento de un músico en particular: el percusionista Timothy K. Adams, Jr.
An Economy of Means
En contraste con la primera parte del programa, la segunda nos sumerge por completo en la paleta tímbrica del vibráfono que el compositor Robert Honstein (n. 1980) amplía deliberadamente a través de elementos mínimos: un papel de aluminio, una carpeta de papel manila y dos arcos de contrabajo o violonchelo. Como se ha reiterado en casi todos los instrumentos, el agotamiento de la prescripción técnica en los procesos pedagógicos ha impulsado la exploración de aquello que se escapa a las convenciones. De allí la acuñación de expresiones como “técnicas no convencionales” o “técnicas extendidas”. Desde esta perspectiva, Honstein aspiró desembrollar rincones inexplorados del vibráfono en An Economy of Means. Por eso, quizás no haya título más adecuado para una obra que, con pocos recursos, pretende deambular tanto por técnicas convencionales como por técnicas extendidas.
En calidad de testimonio de un proceso, la obra es un compendio situado de experiencias. Gracias al encargo del percusionista Doug Perkins, la concepción íntegra de la pieza se llevó a cabo en el marco de uno de los seminarios de verano ofrecidos por The Center for Advanced Music Studies en Chosen Vale. Según lo aclara Honstein, en ese oasis intenso de trabajo participaron muchos de los asistentes. Aunque tal vez no sea del todo acertado entenderla como una suite, An Economy of Means nos presenta una sucesión de seis secciones, cada una con un carácter distintivo. Los títulos de cada sección encierran la paradoja de la complejidad encubierta por la aparente sencillez.
1) En Filigree, la prolongación sonora no solamente fluye con el método convencional, sino con la superposición de papel aluminio sobre unas cuantas láminas del instrumento. Este simple gesto pone en un nuevo horizonte la potencia de un material tan a la mano y tan anodino.
2) Chorale es un catálogo de armónicos producidos en dos planos: por un lado, la percusión de las baquetas en las láminas libres, y por otro, la frotación de arco del contrabajo o del violonchelo sobre el borde de aquellas láminas que mantienen el papel aluminio.
3) Fast Notes, Long Tones no puede ser más descriptivo: el contraste se cristaliza con el uso de una carpeta de papel manila y unas baquetas específicas que permiten la producción de sonidos secos, mientras las notas largas se funden en los ecos desencadenados por el accionar sucesivo del pedal.
4) Si bien, como su nombre lo indica, Cross Fit nos anuncia la maniobra de cruce de baquetas entre las láminas y los resonadores en su parte inferior, también nos ofrece una percusión en la parte superior de los resonadores y en el borde del instrumento, creando así diversos efectos, entre ellos, el de un güiro. La dimensión contrapuntística de esta sección descansa en los énfasis de algunas notas.
5) Retomando los gestos de eco, Broken Chords encadena una serie de arpegios cuya sensación rutilante se fractura en pausas que marcan sutiles cambios armónicos. Aquí la magia emana del delicado y preciso manejo del pedal.
6) Para finalizar, Bow Lines da nuevamente protagonismo al papel aluminio, pero dispuesto en todas las láminas que ahora no se percuten, sino que vibran mediante el uso de los dos arcos.
En palabras de Hamilton, a pesar de que la pieza “no tiene una narrativa específica”, trasluce “siempre una sensación de movimiento, de ir a la deriva de un espacio a otro, con pequeños dramas que se desarrollan a lo largo del camino.”

Jaime Cortés Polanía
Historiador con profundización en historia de la música, línea de formación que continuó a nivel de maestría y doctorado. Sus investigaciones y publicaciones se han enfocado en temas de los siglos XIX y XX, con énfasis en la circulación musical en los tempranos medios de difusión (publicaciones periódicas, grabaciones comerciales y radiodifusión), el nacionalismo, los procesos de institucionalización y profesionalización, el análisis historiográfico, la programación de conciertos y la valoración de archivos y colecciones musicales. Todo ello lo aborda desde una perspectiva integradora que combina la historia social y cultural con la musicología y los estudios de música popular. Actualmente es profesor asociado del Instituto de Investigaciones Estéticas en la Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá).

Un proyecto para el país que podemos construir entre todos
Todas las personas y organizaciones están invitadas a unirse a Sonidos & Sentidos como patrocinadores, benefactores, amigos o abonados, para impulsar un proyecto que construye tejido social, que cree en la calidad de los artistas que viven en Colombia, que apoya el desarrollo de la música de cámara en el país, y que se proyecta como un aporte a la oferta musical de calidad a nivel nacional.
En 2022, Sonidos & Sentidos obtuvo el aval de la Corporación Colombia Crea Talento —CoCrea— para ser parte de su portafolio de proyectos culturales. En virtud de lo contemplado en el Artículo 180 de la Ley 1955 de 2019, los aportantes a la serie “tendrán derecho a deducir de su renta por el periodo gravable en que se realice la inversión o donación e independientemente de su actividad productora de renta, el ciento sesenta y cinco por ciento (165%) del valor real invertido o donado.”
Sonidos & Sentidos se nutre, así, no solo de los ingresos que se generan por medio de la venta de boletería, sino de que diferentes personas y organizaciones —en la medida de sus capacidades— aporten a hacer realidad este proyecto y a empujarlo hacia el futuro. Sonidos & Sentidos es una serie que podemos construir juntos. Queremos ser un gran equipo. Los invitamos a identificar la categoría de aporte más conveniente y atractiva y a aprovechar los beneficios asociados a sus aportes. ¡Los esperamos!
Concierto Peña Cediel Abogados SAS - Dúo Villa-Lobos

El Dúo Villa-Lobos se destaca por su exploración, adaptación para y escritura de música para violonchelo y guitarra. Agradecemos a Peña Cediel Abogados por su apoyo para hacer posible el octavo concierto de la serie y la presentación del Dúo Villa-Lobos dentro de la misma.

Patrocinador compositor invitado
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Sonidos & Sentidos invitó al compositor James Díaz a escribir una nueva obra que será estrenada por el ensamble La Sociedad en el último concierto de la temporada 2023, el viernes 27 de octubre.
Agradecemos a la Filarmónica Joven de Colombia, un proyecto de la Fundación Bolívar Davivienda, por su apoyo a la composición de esta nueva obra.
Patrocinador compositor invitado
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Sonidos & Sentidos invitó al compositor James Díaz a escribir una nueva obra que será estrenada por el ensamble La Sociedad en el último concierto de la temporada 2023, el viernes 27 de octubre.
Agradecemos a la Filarmónica Joven de Colombia, un proyecto de la Fundación Bolívar Davivienda, por su apoyo a la composición de esta nueva obra.
Benefactores
(aportes entre $1.000.000 y 9.999.999)
Pedro Benítez
Amigos
(aportes entre $50.000 y 999.999)
Clemencia Meluk
Mireya Meluk